jueves, enero 30, 2014

El tradicional cambio



Hace días empezamos una nueva etapa en la vida democrática de Honduras. No es inapropiado sostener un estoico optimismo cada vez ocurre el traspaso de gobierno, siempre y cuando no olvidemos que dicho optimismo no es más que una actitud frente a la cruda realidad, pero no la realidad misma. Es un empuje necesario en la lucha (vida). Hasta para la persona que alberga mucha desconfianza debería ser importante no rendir su existencia a un destino, en apariencia, irresoluto; y nefasto como forma definitiva.
Ahora bien, una cosa es pertenecer a una democracia y otra es serlo. Por lo que he podido constatar en el Congreso Nacional, por la vía democrática hemos elegido a representantes que no saben las difíciles pero necesarias andaduras que acarrea la vida política en democracia, acostumbrados como están a reaccionar y conseguir sus metas de la manera más pragmática posible: El uso de la violencia para imponerse.
Se suelen decir que los hondureños somos “muy dejados”; y por tal inacción nuestros políticos logran sus habituales abusos de poder. Cuando un grupo se levanta, en supuesta rebeldía, frente a cualquier arbitrariedad, parece lógico el empleo de la violencia, ergo, de cualquier tipo de agresión para restaurar la justicia y defender los derechos ciudadanos. Inclusive, habrá más de alguno que pondrá ejemplos donde ocurren actos de violencia en Parlamentos de otros países (desarrollados) para reforzar esta creencia; sin embargo todo ello no es más que una treta demagógica.
También habría que recordar que los hondureños somos muy dados a copiar malos ejemplos, incluso de países en pleno desarrollo por el simple hecho de serlos; gracias a nuestra poca voluntad para el discernimiento.
En resumidas cuentas, tenemos grupos políticos que, ahora, juegan a ser demócratas, aunque su impronta ideológica siempre los orille a lanzar el zarposo de la violencia en aras del pueblo, cuando en realidad están protegiendo sus intereses de grupo. Conducta tan poco civilizada no podremos encontrar.
Si bien en cada cambio de administración empezamos con el pie izquierdo, en esta nueva etapa parece que nos levantamos con dos pies izquierdos. Ya nos podemos imaginar el caminadito que tendrá el Estado. Con un pie que quiere seguir una ruta totalmente opuesta a la del otro, pero, según ellos, ambos van por el mismo camino.
Ante ese tipo de adversidad, más el aumento de la intolerancia política, es a lo que se enfrenta nuestro optimismo por un país mejor.
Saludos.

1 comentario:

Ardegas dijo...

Los nuevos partidos políticos que se enfrentan con entusiasmo y energía a los partidos dinosaurios me parecen motivo de celebración. Los medios de comunicación que defienden el status quo tratan de desprestigiarlos en base a cuestiones de forma y no de fondo, pero ya el cambio es imparable por más que protesten las gargantas y plumas asalariadas.